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viernes, 5 de noviembre de 2010

Simón “cinta de casette”



Todavía hoy es objeto de mofa el perro de sus antiguos vecinos.

Los de B. eran una familia muy corriente. Ocupaban el primer piso de un viejo edificio de nueve plantas. Todos los días, la hija menor de éstos sacaba a pasear a su mascota. Era un perro pequeño y de pelo negro rizado. Lo tronchante de toda esta historia era el hilo de voz sine nobilitate que su dueña entonaba a la hora de dirigirse al chucho. También era digno de burla el nombre que había elegido para él. No porque se tratara de un nombre ridículo. De hecho, era un nombre bíblico muy de moda en aquella época, sin embargo, no lo era tanto para un perro como aquel. Cada vez que ésta se dirigía al chucho, él y sus hermanos lloraban de la risa.

- Simooooooon, ven aquí Simoooon. Deja en paz a esos niños y ven aquiiiii.


El caso es que todos los días pasaba lo mismo y era el perro el que se acercaba a ellos meneando el rabo y era su vecina la que empezaba a gritar.


- Simoooooon, si no vienes ahora mismooo te quedas sin comeer. ¡Te he dicho mil veces que no molestes a tus vecinoos!


Por las noches, cuando su madre ya había bajado las persianas y apagado la luz, él y sus hermanos se seguían burlando de su vecina y de su ridículo perro.





Una triste y luminosa tarde de otoño, paseando por la carretera, encontraron cerca de un contenedor una cinta de casette abandonada. Era una cinta grabada y en la etiqueta estaba escrito un nombre desconocido a bolígrafo azul. Uno de ellos rompió su mecanismo separando en dos extremos la cinta grabada y empezó a estirar. Mientras arrastraba aquel plástico por uno de los extremos gritaba:

- Simoooooon, ven aquí Simoooooon. Nunca me haces caso Simoooooooooon.



Desarrollar esta parodia les entretuvo toda la tarde. Se turnaban entre ellos para sacar a pasear a Simón. Gritaban y daban vueltas con la cinta en la mano hasta que el casette se elevaba y empezaba a dar vueltas en el aire y a su alrededor.


- ¡Simooooooooooooooooooooooooooon!


A partir de entonces a cualquier objeto enganchado con una cuerda, ya fuese una piedra o un palo le llamaron… ¿A que no lo imaginan?


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