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lunes, 5 de enero de 2015

Acerca de los relatos

“Pero debo observar que en todo pensamiento genial, nuevo, o meramente serio, que brota de un cerebro humano, hay siempre algún elemento que no se puede comunicar a los demás. Ya se pueden escribir volúmenes completos y dar vueltas a la idea durante treinta y cinco años, que, aun así, siempre quedará en ella algo que, pese a todos los esfuerzos, no querrá salir jamás de la mente y allí permanecerá en definitiva. Probablemente moriréis sin haber transmitido a nadie el mejor de vuestros conceptos.”

El Idiota. F.Dostoievski


La realidad cotidiana puede resultar tediosa. Todos sus elementos existen para los sentidos pero a veces, pasan desapercibidos y son relegados cómo telón de fondo en la actividad diaria del individuo. Éstos elementos no se aprecian debido a que forman parte de una realidad conocida y por lo tanto, no son relevantes. El tedio aparece justamente cuando todo ésto ocurre o todo es predecible.

El tedio cotidiano y creativo aparece cuando esos elementos conocidos, que ya no sorprenden, se rebelan de una forma estética y es entonces cuando surge el enigma. De una forma natural, los materiales son apreciados a través de la luz blanca y gracias al espectro visible. De una forma artificial, éstos mismos materiales pueden reflejar un sentido nuevo en una mente formada y educada estéticamente. Gracias a los elementos estéticos contenidos en una realidad conocida, se forma otra realidad y por lo tanto, un sentido.

El sentido y la vida

“Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.”

Albert Camus.

En el ensayo “ El mito de Sísifo” de Albert Camus, el escritor sostiene que el hombre, a pesar de haber sido castigado a una tarea absurda, su clarividencia y su conciencia de lo trágico le hacen convertirse en una especie de héroe existencialista pues, a pesar de todo, ama la vida.

Ésta conciencia trágica es la que que se empeña a veces en aparecer en los textos cuando todo parece estar perdido. Los protagonistas de mis relatos son conscientes del peso que supone el hecho de vivir pero lo aceptan. Es el hecho del que habla Camus. El instante en el cual la piedra cae de nuevo rodando hasta la falda de la montaña y Sísifo, consciente de su carácter irremediable, se construye un argumento bastante sólido, - casi tanto como la roca que debe transportar irremediablemente-,  sobre su propia vida y en general sobre la vida de todos los hombres.
Los peregrinos que aparecen en el texto “Terror” no consideran la vida como un fin en sí mismo o como una mera condición del ser y por lo tanto, abdican en su tarea del presente, con miras a un futuro prometedor que no se encuentra dentro de la vida. El protagonista de los relatos, que no deja de tener pensamientos existencialistas al más puro estilo de Albert Camus, se declina por este autor, no por el hecho de encontrar un apoyo o lugar común en los textos del gran filósofo y escritor, sino lo que realmente le seduce es esa indefinición que continuamente hace tambalear cualquier objetivo o perspectiva prometedora pero que sin embargo, le da un sentido a su vida.

«Mientras andaba se cruzaba con muchos peregrinos caminando por aquellos senderos mientras él, andando en dirección contraria, les saludaba con un leve gesto de cabeza. No los despreciaba, sin embargo, en algún lugar había leído que aquellos hombres estaban muertos. Su paso era regular y su gesto indicaba una búsqueda incansable hacia su salvación. Seguramente sus  reflexiones en torno a la vida y la muerte del cuerpo habían hecho que se sacrificaran en un camino de sufrimiento y alegría del alma.»

Cuando el paseante sostiene que ha leído que “aquellos hombres estaban muertos” no se refiere a una muerte del cuerpo y tampoco del alma. Lo que quiere decir es que su objetivo, aunque noble y esperanzador, se encuentra en suspenso y éste les imposibilita disfrutar de su propio presente.

En otro caso, el texto titulado “Ya puedes retirar los postres” ejemplifica el aburrimiento como síntoma de esa conciencia, de esa adaptación y posible estetización que puede suponer una realidad absurdamente cotidiana. La televisión y “esperar aburridos el gran día” es un ejemplo de conciencia llevada al terreno de lo absurdo. Es posible una estetización cuando se asume esa condición y por lo tanto, se representa con elementos estéticos.

«La muerte era algo muy presente en aquel restaurante. Allí todo el mundo parecía esperar aburrido a que llegara el gran día. La televisión estaba encendida y todos la miraban embobados. De repente entró por la puerta una mujer con el pelo rubio muy corto y dientes postizos. Llevaba un abrigo negro muy gastado y temblaba de frío.»

Los personajes que desfilan delante del protagonista de “ya puedes retirar los postres” son ante todo seres humanos que sienten. Su conciencia, se ve reflejada en la mente del protagonista que inventa y caracteriza a sus personajes de una manera tremendamente humana.

Lo importante es dar un sentido a todos los elementos que componen la realidad cotidiana.

«De repente, se miraron en silencio y se rieron. Un exceso de cafeína les había hecho relacionar unos hechos aislados con otros más abstractos de una manera precipitada. Todo formaba parte de una moral etérea producida por el lenguaje y su sentido expresaba una realidad insondable. Lo que realmente importaba era su presente y la compañía que ambos se ofrecían. Pagaron y se fueron de allí. Mientras andaban por la calle él iba pensando en lo mucho que quería a esa persona y en la incomprensión que sufriría a lo largo de su vida. No era sólo ella, también era él mismo el que debía hacer lo posible por comprender su propia realidad y poder soportar el sinsentido que a veces pretende acabar con todo.»

Hay una obra que recoge una serie de conversaciones que durante varios años mantuvieron el reverendo de la iglesia metodista Howard Mumma y Albert Camus. Allí el premio Nobel reincidía de nuevo en el carácter absurdo de la existencia, pero de una manera más positiva. En uno de sus últimos capítulos se refiere a la muerte como la pérdida de vida. Camus sostiene; “Perder la vida es banal, sin embargo, perder el sentido de la vida resulta insoportable”. Camus siempre pensaba, al igual que en su ensayo “El mito de Sísifo”, que lo que realmente merecía la pena era encontrar un sentido a la propia vida.

«Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa.»

Lo insoportable natural

“Cuando yo era niño, no me parecía la suerte de ningún personaje de la historia sagrada tan desdichada como la de Noé, por el diluvio que le tuvo encerrado en el arca durante cuarenta días. Posteriormente estuve enfermo a menudo y tuve que permanecer yo también largos días en el “arca”. Entonces comprendí que nunca pudo Noé ver el mundo tan bien como desde el arca, a pesar de que estuviera cerrada y fuera de noche en la tierra.”

Prólogo del libro “Los placeres y los días” de Marcel Proust.


La naturaleza resulta inaprehensible para cualquier mente que pretenda comprenderla en su totalidad. El ser humano debe aprender que la convivencia es la mejor forma de relacionarse desde la mente al cuerpo y en su prolongación, a través de los objetos naturales. Su condición resulta una especie de inabarcable que forma parte de todo y a veces puede resultar desbordante. Sus consecuencias, a veces tan devastadoras, ayudan a darse cuenta de todo su potencial, capaz de poner a su merced incluso la propia razón del ser.

Concretando más e incidiendo en lo referente a lo insoportable natural, la dialéctica más adecuada en cuanto lo que contienen los textos, sería la que  hace una distinción entre lo bello natural y lo bello artificialTerror es uno de los relatos que más insiste en ello cuando se refiere a “uno de los elementos que la naturaleza empezaba a mostrarle con horror”. La naturaleza, a pesar de que hoy en día requiere una consideración y sensibilización especial, trata de ser en los relatos esa inconmensurable que sólo es capaz de mostrarse como horrorosa. Lo bello artístico es lo que interesa sobre todo al protagonista que, hastiado y a veces consciente de su impotencia, desprecia aquello que le supera. El narrador, frustrado, comprende que cualquiera de sus imitaciones son un vago intento en comparación con el potencial creador de la propia naturaleza. Ésta, vista a través de los ojos del ser humano, sólo puede ser aprehendida de una manera muy vaga. Los seres humanos se muestran como pequeños y pobres artífices ante esa inconmensurabilidad que supone la belleza natural . Es por ésto que el protagonista, enfadado por su incapacidad, libra una especie de batalla entre lo que se supone que es “bello artificial” en contra de lo propiamente “bello natural”.

Se trata de una construcción nacida del intelecto y que otorga a los objetos naturales un sentimiento estético. A lo que se hace referencia continuamente es obviamente, al arte.

«Cuando se despertó ya era de noche y se encontraba tendido sobre la hierba. Tardó unos minutos en recuperarse y volver a sentir sus extremidades. Asustado y confuso corrió hacia el pueblo. Allí se encerró en su cuarto y nunca más volvió a pasear. Como mucho contemplaba el paisaje desde su ventana. Cuando sus familiares y amigos le preguntaban la razón por la cual ya no salía de su habitación, él siempre contestaba lo mismo:

-         Prefiero ver el mundo desde aquí, la naturaleza me produce horror.»

En ocasiones, la propia vida se convierte en el único motivo por el cual merece la pena seguir existiendo. El destino, que no depende de uno mismo, se revela contra todo sentimiento sublime que pretenda indefinir y dar un sentido estético oscuro a la realidad cotidiana.

«Un rayo de luz muy definido se proyectaba oblicuo sobre el agua del suelo y a través de una pequeña ventana cuadrada del techo. Iluminada, el agua parecía cristalina y permitía ver en el fondo algunas tablas y muchos clavos doblados y oxidados. Entre sus líneas, aquel rayo, concentraba una enorme cantidad de luz y en su interior, pequeños fragmentos de polvo que, suspendidos en el aire, reflejaban un blanco tan puro que parecía cargado de electricidad. Cuanto más fijamente lo observaba, menos se definía su línea, esparciendo un suave baño de luz a su alrededor. Puede que aquel rayo significara algo especial para él, no lo sabía. Se quedó un rato más observándolo e intentando obtener algo revelador cuando, de repente, escuchó la voz de su amigo. Sabía que ese rayo era algo efímero y que quizás jamás lo volvería a ver, sin embargo, acto seguido, cogió un palo y lo lanzó justo al espacio que bañaba la luz. Su forma se destruyó en los bordes y desapareció con el impacto del palo sobre el agua. Nada de eso le interesaba lo más mínimo, es más, le aburría todo aquello. Si se daba prisa podría ayudar a su amigo a encontrar más clavos y lo que es más importante, salir de allí sin ser visto.»

La naturaleza le recuerda que a veces el arte forma parte de una dimensión estética del hombre y que por lo tanto, también le condiciona. Es por ésto que el protagonista arremete contra ella y contra los hombres que, por su ingenuidad, jamás serán capaces de comprenderlo.

«Antes de llegar al bosque, debían pasar varios pueblos y subir un puerto de montaña con muchas curvas. El paisaje era maravilloso aunque harto conocido, nunca dejaba de sorprenderles. Suavemente se fueron adentrando en aquel paraje plagado de cielo y de tierra. Eso era lo que ofrecía la montaña, cielo y tierra, sin embargo le cargaba todo aquello. Le enfadaba su desconocimiento y la intrusión que la montaña le hacía sentir. No podía evitar cargar con todos la bajeza que forma parte de aquellos seres que alguna vez poblaron la tierra y que estúpidamente creyeron conquistarla. A parte de todo esto, el viaje en coche le mareaba y le producía un terrible malestar.»

El poder atribuido al arte como herramienta de conjunción de tantos elementos naturales como hagan falta en una característica importante propia de los relatos. El protagonista es todo el rato consciente de que juega con unos elementos que desconoce y por lo tanto, solo es capaz de sustituir ese desconocimiento por una estetización abusiva. También se considera a sí mismo un intruso en medio de la la naturaleza que tanto le desborda.

«Suavemente y casi sin esfuerzo el padre logró desprender un pequeño parásito del cuello de su hijo mientras él, de una manera casi solemne, formaba parte de aquella naturaleza que tanto despreciaba.»

El protagonista, vive gracias a su condición natural y al igual que un parásito, se aprovecha de sus recursos de una forma interesada. No le vale sólo con interactuar con la propia naturaleza, sino que toma prestados materiales inconexos para luego transformarlos en su mente. Todo su interés por desvelar los secretos de ésta génesis, le hacen caer en un tedio insoportable, que es en éste caso, la única forma que le queda para relacionarse con lo desconocido.


El espacio artificial

“El mar está manchado de bandas grises, el viento sombrío y fúnebre muge destemplado, y como una hoja mustia, el reflejo de la luna huye sobre la bahía tempestuosa.”

Oscar Wilde


En lo referente a los espacios, utilización de símbolos u otros objetos, se trata de convertir los elementos variables de la propia naturaleza en elementos dispuestos a reducirse en una superficie a su mera apariencia. Con esto no se pierden los valores de la obra de arte, sino todo lo contrario. A partir de estos elementos comienza el proceso de construcción.

Construir los espacios en una superficie plana supone un trabajo de ilusionismo, la posesión y conocimiento de una serie de trucos y un desarrollo intelectual que conciba nuevas perspectivas y por lo tanto nuevos espacios. La capacidad de iluminar un texto equivalente a una idea susceptible a formarse en imágenes, se traduce mediante la imaginación del sujeto en decisiones tomadas en presente, pasado y futuro.

«Mientras esperaba, el chico se quedó perplejo mirando a su alrededor. Dos grandes edificios, de ladrillo amarillo, se plantaban en medio de una plaza semiesférica iluminada por farolas. Se podía sentir el frío en la nariz y el viento que la azotaba, era el mismo viento que corría entre los pequeños árboles plantados en fila cerca de aquellos porches. Casi no había niños, exceptuando a unos chicos y chicas, un poco mayores que él, jugando con un balón y gritando. La sensación que le producía todo aquello era totalmente nueva para él. Aquel barrio desconocido, con gentes desconocidas, las luces, las sombras de aquellos arboles, las grandes alcantarillas construidas a gran altura y todos los coches que circulaban alrededor le hicieron sentirse tan libre que pensó en correr y perderse para siempre. Huir de todos, de su familia y de sus amigos, sólo por un ánimo de aventura, al fin y al cabo, era feliz con ellos.»

La retórica o utilización del lenguaje puesto al servicio de una finalidad estética se hace imprescindible en un afán por conseguir que la realidad cotidiana sea relevante. Ésta escritura de en medio hace de anclaje o unión de unas ideas que en sí misma ya contiene.

«Se levantó de su asiento y salió del metro. Fuera, soplaba un viento horrible que le hizo temblar de los pies a la cabeza. Se abrochó su chaqueta beige y se encendió un pitillo mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en verde. Al otro lado de la carretera, una mujer sentada en un banco de madera, sujetaba con la mano derecha una revista y con la otra una pequeña bolsa de plástico blanca. Más adelante, sobre una gran explanada, se había instalado un circo, un enorme toldo de colores sucios. A su lado crecía un enorme chopo pero nada más. El lugar estaba prácticamente abandonado. Se detuvo y observó con más detalle. Detrás de la carpa había un contenedor de hierro pintado de azul y de sus bordes sobresalían un montón de tablas y de tubos. Pensó en ir a investigar pero llegaba tarde a trabajar, así que siguió su camino.»

la mirada y Las palabras

“Cuando miramos, estamos casi todo el rato pensando”

Adrian Unger

En lo referente a los sentidos, lo que primero se propone es una manera de recepción del mundo a través de la vista. El ojo es el organismo a través del cual se reciben los estímulos del espectro visible que por el reflejo en los materiales y las cosas y por medio de la luz, que aquí significa, se traducen en colores y formas. ¿Cuanto hay de éste deleite inmerso en los textos? – Casi todas las descripciones provienen de este sentido que alucina y describe tan maravillosamente.

Otra característica de los textos está relacionada con el sentido cotidiano del lenguaje literario autónomo y la propia sonoridad de las palabras. El uso que se hace del lenguaje, en muchas ocasiones, genera nuevos textos y significados que provienen de los sentidos que propiamente expresan. Es su carácter de herramienta, la que a su vez posee un significado propio. El uso de las palabras para describir una sensación producida por un efecto de luz, puede ser a su vez significado, hecho y lenguaje:

«Un rayo de luz muy definido se proyectaba oblicuo sobre el agua del suelo y a través de una pequeña ventana cuadrada del techo. Iluminada, el agua parecía cristalina y permitía ver en el fondo algunas tablas y muchos clavos doblados y oxidados. Entre sus líneas, aquel rayo, concentraba una enorme cantidad de luz y en su interior, pequeños fragmentos de polvo que, suspendidos en el aire, reflejaban un blanco tan puro que parecía cargado de electricidad. Cuanto más fijamente lo observaba, menos se definía su línea, esparciendo un suave baño de luz a su alrededor.»

Los materiales

“La desesperación - así lo pensé - de tal modo la había enloquecido, que se enamoraba con ternura de lo que sirvió de instrumento de muerte a su hijo; quería conservarlo como reliquia horrible y amada. Y se apoderó del clavo y del cordel.”

Charles Baudelaire

A veces las personas se aferran a los objetos materiales de una forma tan exacerbada que, casi sin quererlo, les otorgan una nueva peculiaridad. Su significado no es desdeñable y su transformación se produce justo en el momento en el cual cada individuo los carga de sentido. A veces éstos objetos ya poseen un sentido propio y lo que ocurre es que se les dota de un sentido nuevo, con todas las connotaciones que ésto conlleva. Lo que aquí se propone es una lectura exhaustiva acerca del poder del objeto como portador de significados y su capacidad de transformación. Los materiales y las cosas, son a veces el vehículo y reflejo unas ideas determinadas y su banalización excesiva puede acabar por destruir su sentido. A diferencia del fetichismo, que aun siendo legítimo, supone un materialismo excesivo en comparación al sentido más humano proyectado desde el individuo y a través de los objetos, esta nueva materialidad propone un sentido que transciende su propio significado. Despojar a un objeto de su sentido, sólo propone un significado vacío en cuanto al orden de las cosas que son el mundo. La cantidad de elementos que configuran tanto el modelo de la vida como su sentido, aparecen continuamente reflejados y fijarlos en el texto, supone un orden tan necesario como subjetivo. Son las palabras las que acuden para describir el mundo de una manera subjetiva en los objetos. Los textos describen a un sujeto, que por su condición y personalidad, considera éstos objetos imprescindibles.

«Cuando ya no quedaba nadie en la sala, el chico hizo una bola con el papel albal de su bocadillo y se la guardó en el bolsillo. Aquella bola significaba muchas cosas. Ese bocadillo lo había preparado su madre y hasta que no llegara el momento de volver a verla, no podría separarse de ella. Echaba de menos a su familia, y aquello significaba que por lo menos, conservando aquella insignificante bola de papel albal, conseguiría estar más cerca de ellos. Tuvieron que pasar muchos días hasta que por fin un día, fue capaz de tirarla a la papelera.»

La muerte

“Desde el seno de Dios donde descansas...revélame esas verdades que dominan la muerte, impiden temerla y casi hacen amarla”

Marcel Proust “Los placeres y los dias”

La muerte, como otros tantos hechos, forma parte de la naturaleza humana. Lo que el protagonista de éstas historias tiene claro es que todas éstas cuestiones no pueden ser resueltas desde fuera del mundo, sino que han de ser desveladas desde dentro, es decir, desde la propia vida. Lo importante es la reflexión y por lo tanto el sentido de la muerte. Cada minuto parece formar parte de una cuenta atrás y no se puede hacer nada para evitarlo. Los relatos, su estilo, insiste continuamente en que hay que dar un sentido a la vida y la mejor manera de hacerlo es disipando aquellas certezas que forman parte vulnerable del ser humano. Éstas certezas, son parte de la conciencia del mundo y resultan necesarias.  Sin embargo, lo interesante de todo son las preguntas que desde su base plantea el tema de la desaparición total y absoluta. El desconocimiento provoca un continuo cuestionamiento acerca del sentido de la vida ¿Que poder ejerce éste cuestionamiento sobre el individuo? Una pregunta que se repite en muchos relatos y que impulsa al protagonista de una manera exacerbada a la acción. La muerte forma parte de la vida como la vida forma parte de la muerte y ésto entra dentro de la dialéctica vida/muerte, luz/oscuridad, etc... No hay mayor certeza que ésta, por lo tanto una nueva cuestión se plantea, ¿porque no se sabe nada de ella?

«Bajando, resbalaba de vez en cuando y pude observar en el medio del camino una hormiga muerta retorciéndose entre el calor del sol y el polvo. Pensé que probablemente había sido yo quien había pisado aquella hormiga sin quererlo en mi ascenso, porque, ¿sino quien hubiera podido ser? ¿qué fue lo que me impulsó, aquella tarde a subir hasta esa maldita torre?»

Es por ese desconocimiento y atracción a la vez por lo que los protagonistas de “el primer golpe fue muy torpe” deciden tomarse la justicia por su mano y sentir desde cerca su terrible corte.

«Casi todos los niños del pueblo conocían las historias que por aquel entonces contaban los mayores. La mayoría de ellos, que también eran niños, trabajaban todo el verano en una granja y, por un pequeño sueldo, ayudaban a descargar los camiones de pienso y de pollos. Luego, por la noche, en la plaza del pueblo, relataban sus anécdotas a los más pequeños. Una de las más divertidas era una que contaba como uno de ellos, a cambio de un helado, había mordido el cuello de uno de esos pollos hasta matarlo. También contaban que cuando los pollitos de la granja nacían con alguna deformación, su dueño, les pagaba para que los mataran. Cuando ésto ocurría, ellos, poco a poco, los iban reuniendo a todos en una nave vacía y cerraban las puertas. Entonces, armados con palas y mangueras, se dedicaban un buen rato a aplastarlos uno por uno hasta que no quedara ninguno vivo. Luego sostenían que esos pollos tenían los días contados y que aquello no tenía importancia. A los niños estas historias les fascinaban. También había otras mucho más cruentas. Cerca de la granja, había un tornillo gigante, una parte de la maquinaria que permitía el paso del agua del río a las acequias. Los mayores contaban que con ese tornillo gigante habían logrado atravesar un pollo entero vivo. También contaban que ataban a los pollos en una pared y les disparaban con sus carabinas hasta matarlos. Cuando acababan con su vida, los limpiaban y desplumaban, para luego comérselos asados en hogueras. Eso era lo que contaban a los más pequeños y ellos sabían que no mentían. Cerca del tornillo gigante, clavado en la piedra de la acequia, había sangre seca y en la pared donde los fusilaban, un pequeño gancho y una cuerda donde ataban a los pollos. Todo eso eran pruebas de que hablaban en serio. En sus manos estaba la vida de aquellos pollos. Ellos decidían su suerte y sin saberlo, jugaban a ser dioses y jueces de aquellos pobres animales. Los niños visitaban estos escenarios del crimen y pasaban muchas horas observando con detenimiento, imaginando estas historias y recreándolas en sus pequeñas mentes. Sentían un extraño placer pensando en la muerte de aquellos pobres e insignificantes pollos. Aquellas historias, que sólo conocían a través de los relatos de los más fanfarrones, se repetían una y otra vez en su mente y les obsesionaba.»

Por otro lado, esta experiencia no les ayuda a esclarecer sus enigmas y les demuestra una vez más, que el sentido no se encuentra en la propia muerte sino en su propia vida. Una vez consumado el acto, los chicos se dan cuenta de su error y deciden que jamás lo volverán a repetir. Es a partir de este acto tan atroz cuando se hacen conscientes de su propia estupidez.

«Casi sin moverse y observando su peripecia, fueron testigos de su propia crueldad. En menos de un minuto el cuerpo yacía inerte y enredado entre unos matorrales. La sangre les había salpicado la camiseta, los zapatos y el pelo y los chicos se miraron con cara de estúpidos. Acto seguido y en silencio enterraron las dos partes del cuerpo del pollo y se largaron de allí.»

El tema de la muerte ha sido tratado de muchas formas y todas han sido compuestas en vida. El mensaje pretende ser positivo. Sólo siendo consciente del hecho, -siendo tan certero su final-, uno puede descubrir todo su potencial. Que la barrera que separa la muerte del individuo, no sea la excusa para temerla y que la mayor certeza que existe no sea un fin en sí mismo, sino un medio por el cual se pueda reflexionar.

«Aquel chico caminaba en otra dirección, parecía estar dirigiéndose hacia otro tipo de muerte. Lo que él buscaba era una posible razón de ser para el hombre. La vida para él sólo era un camino hasta la muerte. Pero de lo que era totalmente consciente es de que aquella cuestión, por muy importante que fuera, no podía destruir toda la importancia que la vida tenía. Lo más importante era vivir consciente.»

Lo desconocido


“Las luces, a veces excesivas, que alumbran las noches, nos deslumbran, porque no nos interesa lo que no se ve.”

Daniel Martí

Conservar la realidad como algo desconocido sirve para poder hacer tabula rasa y con ello, conseguir que la realidad heredada se transforme en otra realidad, informe, y que se determina cuando el individuo la reforma por medio de la representación. De esta manera se produce una nueva apariencia que surge de un sentido nuevo más profundo y que nace de un mismo estímulo.

«Cruzando dos puertas, detrás de la casa, estaba el patio, todo entero de piedra y con un enorme campo al fondo. Mi hermana se sentó en el suelo y se puso a machacar hierbas y pétalos, mientras mi amigo hacía montones de piedras. Yo subí unas pequeñas escaleras y me coloqué a mayor altura. El patio elevado formaba una ce cuadrada de cemento y su base lindaba con una valla que rodeaba todo el campo. Los  extremos acababan en callejas estrechas que se formaban por la separación entre la casa de la maestra y las casas vecinas. Entre la mala hierba y las piedras que cubrían toda la estructura, se podían encontrar piezas de plástico de colores, fragmentos de pistolas de agua, trozos de plástico ovalado duro, palos de cohetes, bolitas de colores y pequeñas muestras de gallardetes podridos.
Después de examinar todos aquellos fragmentos, levanté la mirada y me introduje en una de aquellas angostas callejas de piedra. Dentro había muchos más fragmentos de plástico y hundidos en el barro del suelo, cartones de colores sucios. Al fondo, en la pared de piedras, estaba el contador de la luz. Todas las casas del pueblo tenían el suyo propio. Aislada dentro de una caja transparente se encontraba otra caja y dentro de ella, el contador.

Salí corriendo de la calleja para buscar a mis amigos. Me acompañaron hasta la maquina y observándola detenidamente les dije:

- La rueda del contador no gira, o gira tan lenta que su movimiento es casi imperceptible. En casa de la maestra no se gasta electricidad en comparación con las demás casas del pueblo.

Parece ser que mi reflexión no les produjo ni el más mínimo interés, cuando, acto seguido y sin decir nada, se agacharon y descubrieron un nuevo mundo de fragmentos de plástico de colores.»

La atracción hacia lo desconocido y el terror se producen por el horror que siente el protagonista hacia la realidad que le rodea y que en ocasiones le amenaza e incluso le golpea.

«La luz que ahora bañaba el cementerio era de un rosado maravilloso y su calor le protegía de todo lo malo que le pudiera ocurrir en ese momento. Su corazón empezó a latir con fuerza y todo su cuerpo se paralizó en aquel instante lleno de dulzura cuando de golpe, un estruendo horrible, como de un chasquido, le atravesó todo el cuerpo y le hizo perder la conciencia.»

El estilo

“¿Que el intento de barroquismo deshace las formas y entreabre los estilos? Pues nada mejor. Esa porosidad es ideal; ese superbalbuceo es sorprendente.”

Ramón Gómez de la Serna

En cuanto al estilo del texto se plantea un hecho especialmente complejo. La capacidad de inventar nuevas historias puede desarrollarse a partir de un material muy simple. El hecho cotidiano sirve como excusa para reflejar otras tantas cuestiones que se plantean en los relatos. El material autobiográfico se presenta como materia informe cargada de recuerdos y no de hechos. Por lo tanto, este material, siendo difuso e incapaz de servir para unas memorias, se pone a disposición de un determinado lenguaje de formas y de palabras. El contenido formal es parte esencial del mensaje. Las palabras, como el arte, también juegan a ser autónomas y se configuran a merced de una determinada estructura. Las reflexiones se encuentran contenidas entre sus líneas y se ubican inmersas en un tiempo y un espacio que no les corresponde. Lo que se pretende es arrojar un punto de vista que proclama y exalta un ir en contra de la pasividad.

«Su rostro se consumía en aquel lugar. Sentía apatía por todo y por todos. Cuando los jefes y sus compañeros le observaban, con su mirada parecían echarle en cara su parsimonia, su contemplación. Mientras, el chico conspiraba por aburrimiento, eso era todo, aburrimiento.»

Cuando el material parece ser pobre y la inspiración parece no querer ser nunca más, aparecen materiales que en superficie pueden parecer banales pero que sin embargo, ayudan a comprender un poco mejor la realidad individual de cada uno. Existe una pretensión y no puede ser de otra manera. La condición del artista y no tanto su estatuto, conllevan una introspección y un análisis exhausto de la sociedad que le rodea a través de su propia subjetividad. La descontextualización, la síntesis y la producción de esas ideas pueden llevarle por caminos muy heterogéneos. El hecho reflexivo, a la vez que demuestra una disipación y escasa concreción, puede ser una herramienta de mucho poder. Exige una responsabilidad y por lo tanto es pertinente incluirla como un instrumento de poder. Todas éstas características, a pesar de lo que puedan significar en otros contextos, forman parte esencial de un estilo determinado.

Pero, ¿que más es el estilo? ¿Cual esa nota que siempre suena igual y a la que se refiere Proust en su cita de Bouvard y Pécuchet?  El estilo no es nada más que todos estos elementos reunidos. Es la palabra que compone un texto (su significante) y que condiciona el significado de nuestras ideas. Es la imagen que se repite y obsesiona. Es el lenguaje que lo hace posible y la decisión crítica que lo compone. Cuando uno de los textos se refiere a la miseria, por ejemplo, pretende utilizar las palabras justas que definan ese sentimiento y producir otra experiencia para el que lo lee. El ser humano se plantea su propia condición y por lo tanto reflexiona.

«Mientras preparaba maquinalmente el cortado, aquel chico no pensaba en nada. Su vida hasta ahora se había compuesto de experiencias a las que era incapaz de otorgarles un sentido general. Había decidido  transformar sus acciones en un amor abstracto hacia sí mismo. La ciudad de las palmeras no era el mejor lugar para vivir, pero eso ahora no importaba. No podía tolerar que miserablemente los hombres no toleraran la miseria de los demás hombres. Ésto le impulsaba a ser crítico consigo mismo y con sus ideas, que en ocasiones, le hacían sentirse más desgraciado. Pudiera ser que la felicidad consistiera sólo en eso, que la miseria lo destruyera todo, incluso la posibilidad de sentirse desgraciado.» 

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Bibliografía

DOSTOIEVSKI. F (2001): El idiota (tomo II) Madrid, Alianza Ed.
CAMUS. A (2001): El mito de Sísifo. Madrid, Alianza Ed.
MUMMA, H (2005): El existencialista hastiado. Madrid, Voz de papel.
PROUST, M (2005): Los placeres y los días. Madrid, Alianza Ed.
HEGEL, G.W.F (2007): Lecciones sobre la estética. Madrid, Akal.
WILDE, O (1981): Poemas en prosa. Madrid. España-Calpe. Colección Austral.
BAUDELAIRE, C (1999): El esplín de Paris (pequeños poemas en prosa). Madrid, Alianza Ed.
GOMEZ DE LA SERNA, R (!950): Goya. Madrid. España-Calpe. Colección Austral.
Relatos

-         La naturaleza y el camino de los vivos (cuento de terror).
http://blonderedhoward.blogspot.com.es/2010/04/la-naturaleza-y-el-camino-de-los-vivos.html
-         Ya puedes retirar los postres.
http://blonderedhoward.blogspot.com.es/2010/03/ya-puedes-retirar-los-postres.html
-         Un desagradable intruso.
http://blonderedhoward.blogspot.com.es/2010/04/un-desagradable-intruso.html
-         Plastic bubbles.
-         La construcción.
http://blonderedhoward.blogspot.com.es/2010/05/blog-post.html
-         Una bola de papel albal.
-         La torre.
http://blonderedhoward.blogspot.com.es/2010/05/blog-post_18.html
-         El primer golpe fue muy torpe.
-         La rueda del contador no gira
http://blonderedhoward.blogspot.com.es/2010/02/la-rueda-del-contador-no-gira.html


Paginas web

http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Portada


















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Paper redactado y terminado por Txema Maraví Artieda en Barcelona el 18/05/2010 para el primer curso del master 2009/2010 Pensar l'art d'avui.

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