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viernes, 22 de junio de 2012

El insecto tornasolado


Nació la chica más bella de todas con un insecto pegado en la parte posterior del cuello. Los médicos dijeron a sus padres que con el tiempo se podría operar. Creció la niña con su parásito y aprendió a vivir con aquello. No obstante intentaba ocultarlo siempre que podía. A veces en la playa o en la piscina se topaba con indeseables que la insultaban. Se rumoreaba en su colegio acerca de su defecto y sus compañeros la rechazaban. Sin embargo, ella se sentía cada vez más unida a su insecto. Cuando se hizo mayor de edad los médicos le comunicaron que por fin era posible una intervención quirúrgica. En la cocina le esperaban sus padres y su novio con una horrible sonrisa en sus rostros para ingresarla en el hospital.

Lo que no sabían ellos es que había cogido cariño a su insecto.

Formaba parte de ella y no estaba dispuesta a que se lo arrebataran. Se escapó de casa y cogió el primer autobús que pudo. Acabó deambulando a la deriva por un barrio desconocido y alejado de todos ellos. Caminaba junto a su insecto y no necesitaba a nadie más. Muy cansada se tumbó en la hierba de un parque y se quedó dormida.

Paseaba en sueños por la playa. Caminaba por la orilla con su traje de baño preferido. Un traje amarillo claro con rayas rosas. La gente le aceptaba y ya no tenía nada que ocultar. A lo lejos un velero surcaba las olas y el sol del atardecer se reflejaba en el mar. Las olas le mojaban y le salpicaban las piernas.

Formaba parte de algo importante y se sentía feliz de ser quien era. Se sentía feliz de ser ella misma.

De repente se despertó y se dio cuenta de que todo había sido un horrible sueño. No sabía dónde estaba ni tampoco cómo había llegado hasta allí. Se había hecho de noche y hacía mucho frío. La oscuridad le rodeaba y le acechaban las sombras de su pasado. Un poco asustada se tocó el cuello y cuando quiso acariciar a su pequeño insecto, muy alarmada, se dio cuenta de que ya no estaba.

Había desaparecido.

De rodillas, buscó desesperada y a tientas por la hierba. Lloraba desconsolada pero no encontraba su parásito. Exhausta se tumbó de nuevo. De repente sintió un terrible dolor de cabeza y acto seguido perdió la conciencia.

Al día siguiente la policía la encontró tumbada en el parque y con un brazo extendido. Su corazón había dejado de latir y a unos pocos metros hallaron el cadáver de un extraño insecto hueco y tornasolado cubierto de hormigas.


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1 comentario:

  1. Ser uno mismo, con sus luces y sus sombras, con momentos alegres y otros dolorosos, como la vida misma, sin la careta de las apariencias que sólo es engañarse a sí mismo.

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