Ya solamente quedaban vestigios
de lo que habían sido
hacía veinticinco años
Las cabañas que habíamos construido
de pequeños
con nuestras propias manos
habían desaparecido
Ya solamente quedaban restos
de algún tronco atado en un árbol
y cuatro tablas llenas de clavos
hundidas en la hierba
De repente
aquellos insignificantes restos
me ayudaron a evocar
todas las tardes que pasábamos juntos
mis amigos y yo
charlando hasta que se hacía de noche
en aquellas cabañas
Y de repente me acordaba
de cuando bajábamos caminando
en esas horas vespertinas
en esas horas vespertinas
de la mano
muy despacio
hacia nuestro pueblo
observando a los murciélagos
cazando mosquitos
y revoloteando inmersos
en el cielo azul oscuro
del verano
…
No hay comentarios:
Publicar un comentario