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viernes, 18 de diciembre de 2015

LA HORA DEL ALMUERZO

Yo estaba sentado
esperando el autobús
en la estación de Atocha
y a mi lado
un anciano gitano
estaba sentado en un banco
devorando con gusto
lo que parecía ser
su almuerzo

El hombre se apañaba perfectamente
y no parecía que nada ni nadie
le molestara

En una mano llevaba el embutido
y en la otra una navaja de un palmo
una bota de vino colgada del hombro
y de vez en cuando picaba
de una barra de pan seca
que tenía debajo del brazo

Era todo un espectáculo
ver cómo lo hacía
con tanta destreza
y con un solo piño

Aquel anciano tan divertido
con buen humor y casi sin esfuerzo
había logrado superar sus limitaciones
y no tener que renunciar
a uno de sus mayores placeres
desde joven hasta viejo

poder masticar y degustar de lo lindo su almuerzo


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