
La portada les había hipnotizado. Reunieron unas cuantas monedas y se sortearon quién de ellos iba a entrar y comprar la revista. Lo único que hacía falta era un poco de naturalidad. Entró en la tienda con cara de cordero degollado y dijo en voz baja:
- Hola. ¿Me puedes dar esa revista?
- ¿Cuál?
- No, esa no. La de la derecha.
- ¡Ah! ¡Vale!
La tendera fijó sus ojos en los del chico y al comprobar la palidez de su rostro los apartó rápidamente. La transacción monetaria y entrega de la revista se completaron ambas en riguroso silencio. Afuera estaba su amigo mirando embobado las nubes mientras se estiraba la picha por encima del pantalón.
- ¿La has comprado?
- Sí. Vámonos.
Y se largaron muy contentos hacia el descampado más cercano.
…
Estirar y ocultar picha bajo el oleaje del chandal.
ResponderEliminar