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martes, 15 de junio de 2010

El pitido



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No puedo determinar con exactitud cuáles fueron las causas y el origen de tan extraño fenómeno. Lo verdaderamente interesante a veces se encuentra en el enigma y no tanto en las respuestas que se puedan desarrollar. Cuando llegas a sentir algo parecido luego ya no vuelves a ser el mismo y tampoco puedes recordar nada fuera de lo descriptible. El cuerpo se carga de una especie de luz que que revela y que consuela. La noción de espacio se altera y se recorren regiones en las cuáles el individuo se hace consciente, a través de lo irreconocible, de su propia conciencia. A partir de entonces se inventan nuevas formas que luego se destruyen para completar otras. Los dibujos de colores ayudan a recordar las líneas de aquellos lugares tan encantadores que existieron alguna vez y su espectro visible compone lo que luego jamás se puede ver pero que sin embargo, se recuerda. El inconsciente refleja mucho mejor en los objetos que no reciben luz.

El caso es que después de aquello decidió que jamás volvería a tener miedo a la oscuridad.

Una cálida noche de Agosto justo antes de volver a casa escuchó un sonido que recordaría toda su vida. Uno de sus escondites favoritos era éste. Detrás de un bar había un patio trasero que utilizaban como almacén. El suelo estaba lleno de cajas de coca cola vacías, cristales rotos y un montón de botellas llenas de polvo. Allí, debajo de un cubierto y cerca de una pequeña puerta de madera cerrada con candado, se encontraba agazapado y oculto aquel chico. No era una noche especialmente luminosa. A pesar de haberse acostumbrado a la oscuridad era incapaz de reconocer muchas de las formas que le rodeaban. De vez en cuando escuchaba golpes y ruidos de botellas entre las cajas de plástico. De repente escuchó un pitido. Era algo continuo y poco corriente. Conforme se iba moviendo, el pitido se volvía más intenso e insoportable. Por un momento pensó que podría tratarse de una bomba y se asustó un poco. En seguida desechó esa posibilidad, ya que no encontraba ninguna razón para que alguien colocara una bomba allí. Pensó que sin embargo podría tratarse de algún tipo de sonido o mensaje extraterrestre. Se acercó hasta una pequeña luz roja que se ocultaba al fondo de aquel patio, pero se desencantó en el momento que pudo comprobar que aquella luz tan sólo se trataba de una pequeña bombilla que indicaba el funcionamiento y conexión de una de las cámaras frigoríficas. La oscuridad lo ocultaba todo de una manera sorprendente y su fondo negro e infinito acababa por reflejar destellos de colores que alucinaban. El espacio era idóneo y la temperatura del exterior agradable. Las estrellas aparecían brillantes y le hicieron pensar en lo extraordinario de todo. La sensación era tan buena que sus pies consiguieron despegarse unos centímetros del suelo. Jamás había escuchado algo parecido en la naturaleza y decidió quedarse hasta averiguar de donde provenía aquel maravilloso pitido ¿por qué nunca pudo volver a sentir nada similar? La posibilidad de que fuera algo extraterrestre había quedado desechada. Entonces, ¿de qué se trataba?

Años más tarde lo descubriría.

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