...

...

miércoles, 10 de junio de 2015

El viento agitaba en ondas el trigo dorado



Los lunes son el peor día de la semana cuando eres un crío y no soportas tener que ir obligado al maldito colegio. Mi hermano mayor y yo lo sabíamos y por eso hacíamos lo imposible para endulzarlos de alguna forma. Recuerdo que mi madre nos compraba un bonobús cada dos semanas y nosotros se lo revendíamos a una mujer que regentaba una pequeña tienda de barrio cercana a nuestro colegio. Nos pagaba una cantidad razonable y luego nosotros nos lo gastábamos todo allí mismo. Nuestros ojos irradiaban de placer cuando salíamos de aquel establecimiento con nuestra palmera de chocolate y una bolsa rebosante de chuches. Lo malo era que después de vender el bonobús y de disfrutar de un atracón de gominolas lo único que nos quedaba eran dos semanas de infierno. 

De todas formas merecía la pena.

El camino andando hacia casa no era tan duro como creíamos. En tres cuartos de hora más o menos recorríamos todo el trayecto que hacía el autobús. Nos gustaba caminar juntos charlando y observando el paisaje cercano al río. Lo que ahora son urbanizaciones y anodinos edificios de ladrillo, por aquel entonces eran enormes campos de cereal bañados por el sol del atardecer. El viento agitaba en ondas el trigo dorado. Las golondrinas planeaban un cielo limpio y radiante de finales de primavera. Y los coches completaban la maravillosa estampa, brillando a nuestro alrededor con sus colores blancos y plateados. 

Lo peor de todo era el peso que debíamos arrastrar caminando con nuestras mochilas llenas de libros. Aquello era el castigo que debíamos soportar por haber vendido el bonobús a sabiendas de que lo que hacíamos no era lo correcto. 

Un buen día nos topamos con unos macarras. Estábamos bebiendo de una fuente que había en el camino y entonces se acercaron una pandilla de indeseables.

- Oye, ¿Tú conoces a mi primo Santi? – Nos dijo uno de ellos.

- No sé de qué me hablas. – Contestó mi hermano.

- Sé que le conoces. El otro día me hablo de ti y me dijo que le habías insultado.

- Oye. – dijo mi hermano. – Yo no conozco a ningún Santi así que déjanos en paz.

La cosa se iba calentando poco a poco.

- ¡Sé que le conoces y me ha dicho que no dejas de molestarle!

Supongo que nos vacilaban por llevar uniforme y aquello por lo visto llamaba su atención. Mi hermano no hizo ningún caso y cogió su mochila para largarse lo antes posible. Yo le seguía y hacía lo que él me mandaba.

- Vámonos. – Me dijo.

Entonces aquel macarra y líder de la manada sacó un palo de madera que tenía escondido en la espalda. Lo movía de un lado a otro amenazando y haciendo ademán de romperlo contra nuestro cráneo. Yo me asusté tanto que sin darme cuenta me fui alejando de todos ellos. De repente lo vi todo a lo lejos. El macarra y mi hermano se cogieron del cuello y empezaron una pelea cuerpo a cuerpo. No me lo podía creer. Mi hermano se defendía con gran aplomo y entereza deliberada y a su vez, estaba dando la cara por mí. En menos de un minuto y después de unos cuantos revolcones por el suelo consiguió bajar los humos del macarra y líder. Supongo que aquellos tipejos no esperaban la reacción de mi hermano porque para cuando quise darme cuenta ya se habían largado todos despavoridos.

Los había espantado con gran valía consiguiendo así librarme de una buena tunda.

Seguimos nuestro camino y ninguno de los dos hizo mención de lo ocurrido. Yo estaba muy nervioso y supongo que mi hermano estaba enfadado. Yo lo miraba con orgullo y pensaba que caminaba junto a mi héroe y protector. Pensaba que mientras caminara cerca de las personas a las que quiero nunca me pasaría nada. 

Un halo de luz me protegería del resto y mi hermano formaba parte de él. 

Poco a poco nos hicimos adultos y obviamente cada cual siguió su camino en solitario. Sin embargo, a veces me siento unido a mi hermano de quince años cuando pienso en aquella época. Lo recuerdo cuando el viento agita en ondas el trigo dorado. Lo recuerdo a mi lado cuando me compro un bolsón de chuches o camino cerca del río bajo aquel cielo de primavera tan limpio y radiante. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario