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miércoles, 6 de abril de 2011

Superboy



Todos los años terminaba el curso con un montón de tareas pendientes para septiembre. Por esta sencilla razón se pasaba las horas muertas sentado en la mesa del salón mirando el libro embobado. Cuando ya no podía más, encendía la tele para ver los dibujos animados. Su madre le reprendía continuamente y le amenazaba con castigarle si no terminaba sus deberes. Él siempre contestaba lo mismo:

- Los terminaré después de comer.

Y eso es lo que hacía. Justamente después de comer, cuando el sol abrasaba el cemento del suelo de la calle, él se sentaba de nuevo en la mesa del salón mirando embobado sus apuntes. No había nada que hacer. Aquello no le interesaba lo más mínimo. Lo que realmente le importaba era disfrutar la tarde rodeado de sus amigos. Cuando ya llevaba media hora mirando el libro dijo a su madre:

- Ya he terminado. Voy a ir a buscar a E.

Su madre le preguntaba con desconfianza.

- ¿Seguro que ya has terminado? Recuerda que queda menos de un mes para el comienzo de las clases…

Pensar en volver al colegio le revolvía el estómago. Recogió sus apuntes, cerró el libro y lo colocó todo encima de la estantería más oscura de la casa. Abrió la puerta y se lanzó de lleno a la calle.

Su amigo vivía justo en frente de su casa. Entró en su portal y llamó al timbre. Pasó un minuto sin que contestara nadie. De repente se oyó una puerta al fondo de las escaleras.

- ¿Quién es?

- Hola, ¿Esta E.?

- ¡Sí! –contestó una voz de mujer. – ¡Me ha dicho que vuelvas más tarde, ahora está viendo las olimpiadas de atletismo!

- ¡Está bien! – contestó él.


No soportaba los deportes en la tele. Decidió que lo más prudente sería esperar en su casa hasta que acabaran.

Se pasó dos horas enteras dando vueltas por la casa inspeccionando cada habitación. Se dedicaba exclusivamente a ello sin importarle nada en concreto. A las seis de la tarde ya no podía más. Se preparó un bocadillo y salió de casa.

Llamo de nuevo al timbre y esta vez salió su amigo y dijo.

- ¡Sube, estamos todos aquí! ¡Vamos a ver Superboy!

La verdad es que lo que realmente le apetecía era ir a dar una vuelta por el monte sin embargo no se lo pensó un instante y subió corriendo las escaleras.

Cuando llegó hasta el salón de la casa observó a todos sus amigos mirando la tele y gritando. Su amigo se zampaba un pequeño bocadillo de chocolate. Siempre merendaba lo mismo.

En la tele aparecían anuncios de detergentes y de cosméticos. De vez en cuando se anunciaban también coches de lujo, brillantes y flamantes como perlas. De repente su amigo se puso a dar vueltas sin control a través del salón hasta derrumbarse en el suelo. Sus amigos empezaron a gritarle:

- ¡Venga E.! Presenta la serie ¡Superboy!

El chico empezaba a no entender nada. De repente su amigo se puso en medio de la pantalla. Un pequeño resplandor azul le iluminaba la espalda. Los chicos se reían y las chicas se tapaban los ojos. Cuando empezó a sonar la música de su serie favorita, justamente cuando acabaron los títulos de crédito, su amigo se bajó el traje de baño y con la picha recta como un palo de escoba gritó:

- ¡Superboy!


Todos los niños de aquella enorme sala, incluido él, se tiraron por los suelos partiéndose de risa. Mientras, las chicas cuchicheaban entre ellas y miraban de reojo a E.

Todos lloraron de la risa y celebraron su tiempo libre con gritos y empujones. Y era obvio. Les quedaban un montón de horas de luz y de juegos nocturnos hasta tener que volver a casa.


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